Las primeras trompas fueron utilizadas en la caza y en la
guerra y eran de origen animal. A partir del siglo XVI, su cuerpo aparece
enroscado o en espiral y recibe el nombre de trompa natural.
Las trompas antiguas eran más sencillas que las modernas.
Estas trompas antiguas eran hechas de tubos de metal y tenían una abertura
"estallada" (pabellón o campana). Eran originalmente usadas en la
cacería, a menudo montando a caballo. El cambio de tono era efectuado
enteramente por los labios. Hasta el siglo XIX no iban equipadas con válvulas.
La trompa (o, muchas veces, pares de trompas) a menudo
invocaban la idea de cazar o, en el barroco, de representar nobleza, realeza o
divinidad.
Las trompas antiguas estaban afinadas comúnmente en tonos de
fa, mi, mi ♭, si ♭ y do, y ya que las únicas
notas disponibles eran ésas en las series armónicas de uno de esos tonos, no
había habilidad de tocar en diferentes tonos intermedios. El remedio para esta
limitación era el uso de "curvas" o "tonillos", es decir,
secciones del tubo de diferente longitud que, insertados, alteraran el largo
del instrumento, y así su tono.
Finalmente, los intérpretes de trompa comenzaron a meter la
mano derecha en el pabellón para cambiar el largo del instrumento, ajustando la
tonalidad, hasta un tono. Esto ofrecía mayores posibilidades para tocar las
notas no en las series armónicas usadas para una sola pieza. Durante el período
clásico la trompa se convierte en un instrumento capaz de tocar muchas
melodías.
Alrededor de 1815, fue introducido el uso de pistones
(elementos que al ser pulsados suben y bajan dejando pasar así el aire),
abriendo mucha más flexibilidad para tocar en diferentes tonos. De hecho se
convirtió enteramente en un instrumento que usa completamente la escala
cromática por primera vez.
Sin embargo, muchos conservatorios e intérpretes
tradicionales rechazaron el cambio al principio, reclamando que la trompa sin
válvulas, o "trompa natural", era un mejor instrumento. Algunos
intérpretes utilizan, aún en la actualidad, una trompa natural, aunque sólo
para lograr el timbre para el cual fue escrita una pieza antigua.
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